Esta
escultura que se encuentra en el museo del oro tiene una carga semiótica
altísima ya que tanto sus materiales como por su forma. Su composición en oro
hace de esta escultura de un gran valor, en estos tiempos por el precio que
tiene el oro en una sociedad mercantilista y en el pasado por la carga
religiosa que tenía en la cultura indígena. El color dorado que tiene hace que
transmita una sensación de imponencia, de agrado, de bello, de valioso. Este
color le otorga a dicha pieza un status que con ningún otro material podría
otorgarle además de que en el tiempo en el que fue fabricada su valor sagrado
solo se lo podría dar el rol, ni la plata, ni el cobre, ni el bronce podrían
darle la carga cultural y religiosa que tuvo en su tiempo cuando fue una pieza
ritual.
Las formas que tiene son las representaciones de diferentes miembros de su
cultura, cada uno distinguido por el tamaño y sus ornamentos los cuatro que están
de tamaño mediano (en relación con el central) representan figuras importantes
aunque no tanto como el central, estas estatuillas podrían ser sacerdotes que
le colaboraban a la figura central en su ritual. La figura central de la
escultura es el chaman, un líder tanto social como religioso, este personaje se
bañaba en oro y se sumergía en la laguna con diferentes piezas de oro que la
cultura ofrecía como ofrenda.
El
oro a pesar de no ser el metal más escaso ni el más útil en la industria tiene
su valor cultural porque desde tiempos antiguos está relacionado con el sol,
con dios, con las deidades. Esto explica su valor tanto en el tiempo actual
como en la cultura de la escultura de la que se habla y otras culturas mucho
más antiguas y en diversos lugares del mundo.
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